Mykhailo es un chico de 15 años que llegó de Ucrania con su madre, Olena, y su hermano pequeño, Ioakim de 13 años.

La familia Hryshchenko vivía en Sumy, una ciudad en el este del país fronteriza con Rusia, una de las primeras que fue bombardeada por el ejército ruso.

Nos cuenta Olena, de 52 años, que su hijo se puso enfermo en el mes de octubre y en diciembre lo diagnosticaban de un sarcoma, un cáncer que no se puede tratar en su país por falta de un protocolo específico. La familia estaba pendiente de trasladarse a Alemania para seguir un tratamiento especializado, pero estalló la guerra.

Olena, Ioakim, Mykhailo

Mykhailo ingresó muy débil en el hospital de Sumy para empezar un tratamiento con quimioterapia pero tuvieron que huir días después, porque las bombas reventaban los cristales de las habitaciones donde estaban, como él, más niños hospitalizados. “No sabíamos qué hacer -dice su madre- y fuimos a otra ciudad, a Lviv, al oeste del país, donde nos dijeron que seguramente no podría salir de allí por su estado de salud tan debilitado…”, pero finalmente, pudieron cruzar la frontera hasta Polonia y desde allí viajaron a Barcelona «donde nos dijeron -explica- que aquí había un buen tratamiento para esta enfermedad».

Cuando llegaron, los trasladaron al Hospital Vall d’Hebron, donde Mykhailo reanudó la quimioterapia y el protocolo que se sigue con este tipo de cáncer, la radioterapia de protones.

Después de este mes y medio en Barcelona, ​​Olena se siente más tranquila y su hijo está evolucionando bien. «Estoy muy agradecida y nos sentimos muy queridos», nos manifiesta, pero sin embargo, Olena se siente con «el corazón dividido». Tuvo que dejar en Ucrania a gran parte de su familia: su marido, dos hijas mayores y cuatro nietas. Nos cuenta que cada mañana empieza el día con noticias que le llegan de la guerra y llora y, cada noche, “termino igual, preguntándome por qué siguen bombardeando”.

Ahora quiere aprender español y que Mykhailo tenga la oportunidad de tener un profesor, como ya lo tiene su hermano pequeño, que va a una escuela muy cerca de la residencia de la Fundación Ronald McDonald en la que viven temporalmente.

Salimos de la casa y acompañamos a Olena al hospital para hablar con Mykhailo, que está a punto de recibir el alta después del ingreso que hace, durante dos días, mientras dura el tratamiento. Antes, nos muestra con orgullo desde el teléfono móvil el vídeo que filmó su hijo sobre los primeros días de la guerra en Sumy, con imágenes impactantes y un mensaje claro dirigido a Putin: que acabe la violencia, “stop guerra” .

Mykhailo quiere ser director de cine cuando termine en España el tratamiento. Recibió una beca, que le entregó el presidente Zelenski, para realizar una película; «no es el cortometraje que hubiera querido hacer, pero, cuando salga -nos cuenta- espero recuperar la libertad para poder escribir un nuevo guión, el de mi vida«.

¡Estamos seguros de que lo conseguirás!