Las dos últimas familias ucranianas acogidas en un piso de la Fundación Villavecchia han regresado a su país de origen para reencontrarse con sus padres y hermanos.
Desde marzo de 2022, hemos acompañado a 16 niños y niñas con cáncer y sus familias, y les hemos ofrecido la mejor calidad de vida posible mientras han seguido su tratamiento en tres hospitales: Sant Pau, Sant Joan de Déu y Vall d’Hebrón.
Además de garantizar el alojamiento en dos pisos de acogida y en una casa, la manutención, la cobertura de necesidades básicas, los desplazamientos y los trámites de estas familias ucranianas, se han cubierto sus necesidades de comunicación con intérpretes, y han recibido atención y acompañamiento por parte de nuestro equipo de voluntariado en la escolarización, las celebraciones y la participación en actividades de ocio.
Acabados los tratamientos médicos, algunas familias han pasado a manos de Cruz Roja Catalunya, y otras han vuelto a Ucrania o han probado suerte en otros países europeos. El 9 de julio despedimos a las últimas dos familias que teníamos acogidas: la de Denys y la de Tarás. Precisamente, Denys celebró recientemente su 5º aniversario con una pequeña fiesta en la sede de la Fundación Villavecchia.

También hemos querido dar las GRACIAS a las cincuenta personas voluntarias que nos han apoyado, especialmente como intérpretes, mientras este dispositivo ha estado en marcha. En junio, invitamos a estas voluntarias y voluntarios a un encuentro durante el cual pudimos hablar sobre cómo les había enriquecido poder ayudar a estos 16 niños y niñas con cáncer y sus familias, y cómo esta experiencia marcará para siempre sus vidas.

Una subvención de la Fundación Mutua Madrileña ha permitido sufragar los gastos del tramo final del dispositivo; entre otros, el alojamiento de los niños y el sueldo de una traductora originaria de Ucrania a tiempo completo, Leila, que ha ayudado a las familias a lo largo del seguimiento médico, en los trámites y en la gestión de ayudas sociales y económicas, en colaboración con una trabajadora social de la Fundación, Isabel. Juntas han evaluado cada caso, se han comunicado con las familias y les han explicado las opciones disponibles: quedarse en España, volver a su país de origen o trasladarse a otro país de la Unión Europea donde poder realizar el seguimiento hospitalario, pasada la fase aguda de la enfermedad.
En esta última fase del dispositivo, la coordinación ha sido fundamental para dar a las familias las herramientas necesarias para seguir su camino. Desgraciadamente, la guerra continúa, pero nos queda la satisfacción de haber ayudado y acompañado a estos niños y niñas en el peor momento de sus vidas. Nunca los olvidaremos, contentos de haber hecho todo lo posible por verlos sonreír.
¡Gracias a todos los que habéis aportado vuestro grano de arena para que este dispositivo fuera posible!