¡Hola de nuevo, Привіт-(Previt)! Seguimos explicándoos nuestra aventura solidaria en este Diario de una acogida. El dispositivo que hemos puesto en marcha la Fundación Josep Carreras y la Fundación Enriqueta Villavecchia incluye a decenas de personas. Tenemos movilizados a todos nuestros equipos de profesionales, a decenas de voluntarios y hemos creado un equipo de intérpretes voluntarios con 86 personas, coordinadas por Svitlana, la responsable de la gestión de los voluntarios traductores.
Durante esta primera semana desde la llegada de los 16 niños y niñas con cáncer a Barcelona, se han ido sumando personas para ayudar en este sentido. Todos ellos son hombres y mujeres residentes en Barcelona desde hace ya tiempo que se han volcado en la acogida de este grupo. Todos ellos tienen también familia sitiada en las principales ciudades ucranianas: tíos, primos, hermanos o padres que no pueden salir del país debido a la guerra. Y muchos han recibido también a las mujeres y niños de su familia, huyendo de la guerra, en sus casas en Barcelona. No es nada fácil su situación, pero están llenos de amor, de cariño y de solidaridad para ayudar a los suyos.
La reacción abrumadora de la sociedad española ante les emergencias es bien conocida. Vivimos en un país que reacciona sin ambages ante la necesidad inminente. Hemos recibido cajas y cajas de ropa, de productos de primera necesidad, de enseres de higiene, pañales, cochecitos… Pero cabe destacar el esfuerzo y la ayuda sin fisuras que están ofreciendo las comunidades ucranianas en nuestro país.
Ahora mismo nuestras 16 familias necesitan (y mucho) de la ayuda de intérpretes. Los niños, todos ellos enfermos de cáncer, tienen diariamente visitas al hospital, pruebas médicas, revisiones… Ya hemos tenido también algunos ingresos y alguna emergencia por la noche. Para ello, a cada vez, movilizamos, gracias a la coordinación de Svitlana, a varios traductores hacia los hospitales, ambulancias o alojamientos provisionales. Siempre una sonrisa, siempre una palabra de ánimo. La cultura ucraniana es ejemplar y nos está mostrando un amor inconmensurable. Boris, Valentina, Ludmyla, Svetlana, Irena, Masha y Anna fueron el primer grupo de voluntarios en ponerse en marcha. Todos ellos son ucranianos que viven en Barcelona y nos ayudaron a traducir en los primeros momentos de la llegada. Como todos, ellos también tienen familia en Ucrania y están muy intranquilos, pero, a la vez, felices de poder ayudarnos. El viernes 18 de marzo, en los 5 metros cuadrados de la Sala de familias de la Fundación Enriqueta Villavecchia había una mezcla de ilusión, camaradería y solidaridad que se palpaba en el ambiente. Todos se pusieron un pañuelo con los colores de la bandera de Ucrania y nos pusimos en marcha. No sin antes sortear los pasillos de cajas de ropa y ayuda humanitaria que se agolpaban en la sede de la Fundación Villavecchia. ¡Vaya reto teníamos por delante!

Nuestro avión iba con retraso. Mientras esperábamos íbamos recibiendo información. El Hospital St. Jude de Memphis (Estados Unidos) que es quien inició la operativa para poder sacar a los niños con cáncer de Ucrania, tiene un hospital de campaña en Polonia llamado ‘Unicorn’ al que van llegando las familias refugiadas. Allí hay médicos que les hacen una revisión y van organizando grupos que viajarán hacia distintos países. Nos comentaban que ya había habido grupos que habían viajado a Canadá, Reino Unido, Italia, Alemania, Francia… El respaldo internacional a los refugiados de esta guerra es impresionante.
¡Y por fin aterrizaron! Irena, Ludmyla, Valentina y Masha, cuatro de nuestras voluntarias traductoras, se marcharon urgentemente a recoger a 4 de los 16 niños que tenían que ingresar de urgencia. Cuatro ambulancias los recogían a pie de pista y se marcharon directamente hacia los tres hospitales de Barcelona que están tratando a estos niños: el Hospital Sant Joan de Déu, el Hospital Vall d’Hebron y el Hospital de Sant Pau. Los demás iban en autocares. Todos salieron del avión muy abrigados y con cara de estar agotados. Llevaban semanas de viaje en unas condiciones lamentables y la situación hacía mella tanto el físico como en lo emocional. Todas son mujeres y niños, sobre todo mamás. Pero también hay un papá y una abuela que han podido viajar. Casi todas las mamás llegan solas con uno o dos niños.

Durante el camino en el autocar ya nos empiezan a explicar algunas vivencias. Algunos vienen de Kiev, otros de otras ciudades ucranianas. Alla, la mamá de Yelizabeta, de 1 años, viajó durante 22 horas de pie en un tren si poder moverse ni ir a lavabo de la cantidad de gente que había. Olena, la mamá de Yehor, de 5 años, nos explica cómo el niño recibía quimio en un sótano y escuchaban las bombas. Es demasiado. Lo que han vivido no se puede ni imaginar. Pero todos sonríen al escuchar su idioma dándoles la bienvenida a un lugar seguro.
¡Seguimos!
Bienvenidos, estáis en un lugar seguro.
Ласкаво просимо, ви в безпечному місці.
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