Mykola tiene 6 años y llegó a Barcelona a mitad del tratamiento para curarse de un cáncer infantil. Su familia es de Járkov, pero vivía con su madre en Kiev porque seguía el tratamiento en el hospital de la capital ucraniana. Como otras familias de niños con cáncer infantil, consiguieron ser evacuados del país en marzo gracias al dispositivo especial coordinado por la Fundación Josep Carreras y la Fundación Villavecchia.
Hace unas semanas, una vez terminado el tratamiento y con el permiso de los médicos, Mykola y Vita, su madre, tomaron la decisión de volver a su país de origen. Pese a que la situación en Ucrania todavía era incierta y la guerra suponía un riesgo, necesitaban ver a la familia. En Barcelona tenían una casa pero no tenían su hogar. Su salida de Ucrania fue precipitada, sin tiempo de planificar nada, dejando la mitad del corazón en su país. Desde Barcelona, veían por televisión el sufrimiento de los suyos y sentían la necesidad de volver.
El hecho de que los hombres en edad de luchar no puedan salir de Ucrania ha dividido a muchas familias, que han dejado a padres y hermanos atrás. Con el paso del tiempo y la prolongación del conflicto, la unión familiar es un sentimiento que se agudiza y es otra motivación para volver a casa.

Leila, una de las intérpretes que acompaña a las familias ucranianas en tratamiento durante su estancia en Barcelona, mantiene el contacto con Vita y nos dice que “están muy contentos y agradecidos” por la acogida y las facilidades que han recibido en nuestro país durante el tratamiento. En Barcelona tuvieron alojamiento gratuito en un piso de la Fundación Villavecchia y compartieron piso con otra de las familias que han regresado a Ucrania, la de Timofii. En este caso, la familia también quiso volver porque habían dejado atrás al padre y a los hermanos.
Mykola y su familia viven ahora en un apartamento en Kiev, pero se están planteando volver a Barcelona. Esperaban hacerlo algún día como turistas, con la guerra convertida en una pesadilla lejana, pero desgraciadamente su vida sigue amenazada y quizás tendrán que salir del país antes de lo esperado. ¡Les deseamos toda la suerte del mundo!