Sergei tiene 20 años y una bebé de 6 meses, Anastasia. Él y su mujer viven con los hermanos de éste: Diana, de 18 años, Solomia, de 15, Dimas, de 12 y la pequeña Polina de 8 años. Conviven todos juntos junto al padre de familia, Valera, en un pueblo de la provincia de Lutsk, en el noroeste de Ucrania, cerca de la frontera con Bielorrusia. Pero faltan dos persones en esta familia: Tarás, el hermano más pequeño, de 4 años, y Svitlana, la madre de familia. Antes de estallar la guerra convivían diez personas en la casa familiar, en el campo. Vivían una vida muy tranquila, de trabajo en la montaña y en los campos, rodeados de animales.

Pero la guerra empezó a desmontarlo todo ese fatídico 24 de febrero de 2022. Se oían explosiones a diario, pero el golpe más duro llegó el 6 de marzo, diez días después de estallar la guerra: a Tarás, el pequeño de la familia de solo 4 años le diagnosticaban una leucemia aguda.

Hace justo cuatro meses que Svitlana y su hijo Tarás, llegaron a Barcelona. Nunca habían salido de su país ni de su provincia. Llegaron asustados, con una pequeña maleta y ropa de abrigo. Svitlana reconoce que estaba muy aturullada por la situación: el idioma diferente, el avión, la ambulancia… Ahora todo es diferente.

Tarás durante los primeros días de su ingreso, ya en Barcelona

Pero volvamos a ese 6 de marzo. Tarás no tenía síntomas, solo mucha mucosidad. Svitlana lo llevó a un ambulatorio de su pueblo, pero no parecía revestir mucha importancia. En solo un día empeoró y comenzó a respirar muy mal. Lo llevaron a Lutsk, la ciudad grande más cercana a su pueblo y allí le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda de tipo T. La leucemia linfoblástica aguda tipo B en niños es el cáncer infantil más frecuente. En España, aproximadamente con la misma población que Ucrania, son diagnosticados unos 350 niños cada año. Pero las leucemias de tipo T son raras. En Lutsk les avisaron rápidamente de que ellos no podrían ofrecerle a Tarás el tratamiento adecuado y aún menos en situación de guerra. En el hospital de Lutsk pudieron ponerle una primera quimioterapia para estabilizarlo un poco pero el niño cada vez estaba peor y los médicos les recomendaron huir urgentemente a Polonia. La vida de Tarás corría peligro.

Tras cuatro días de viaje, Svitlana se encontró en el aeropuerto de Varsovia esperando un avión que la llevaría a ella y a su hijo a Barcelona. Ella, que nunca había salido de su provincia. Ella, madre de 6 hijos y ama de casa. Ella, creyente y madre abnegada. Ella, que llevaba cuatro días de autocar en autocar para recorrer 400km. Ella, que no sabía ya ni de donde sacar las fuerzas.

¡Y las sacó! La mitad del grupo que viajó hasta Varsovia fue a Suiza y la otra mitad a Barcelona. En el avión ya estaba esperándoles una enfermera del Hospital de Sant Joan de Déu, que acompañaría al grupo hasta Barcelona. En el avión algunas caras conocidas. “Recuerdo a Masha, la mamá de Yehor y a Anghela, la mamá de Liza, con las que convivimos ahora en la casa de acogida. Con ellas hice el viaje de Lviv a Varsovia en bus. Eran tres buses llenos de mamás, niños oncológicos y hermanos. Todas en la misma situación. Tarás estaba muy débil”, explica Svitlana emocionada.

Interrumpir la primera inducción en un paciente de leucemia aguda es muy peligroso. Tarás ni bajó del avión. A los pies de la nave ya en Barcelona le esperaba una ambulancia que le trasladaría de urgencia al Hospital Sant Joan de Déu. Allí Tarás estuvo ingresado un mes entero para que los médicos consiguieran estabilizarlo y reanudar el tratamiento. Además, solo cuatro días después de aterrizar en Barcelona, Tarás y su madre dieron positivo en COVID, con el riesgo que ello conllevaba para el pequeño.

Tarás recuperándose en el Hospital Sant Joan de Déu

Ahora Tarás está mejor y, sobre todo, respondiendo muy bien al tratamiento. Tiene ingresos a menudo, pero ha podido disfrutar también de estar en la casa de acogida y jugar con Nikita y Yehor, sus amigos del alma. Cada día Svitlana llama a su marido para saber cómo están en Ucrania. “Están bastante bien, asustados, pero bien. Por suerte o por desgracia todos han aprendido a ponerse en un nuevo lugar y apoyarse entre ellos. Mi marido y mi suegra apoyan mucho al grupo y están ‘al mando’ del equipo”, comenta Svitlana con una sonrisa. “Sabemos que estaremos fuera de casa mucho tiempo. El tratamiento de Tarás durará 2 años. Es difícil, yo nunca había estado lejos de mi familia tanto tiempo. Pero pienso que tengo que estar muy agradecida por el apoyo y el trato que estamos recibiendo aquí. Estábamos muy asustados al principio, pero aquí solo nos han dado sonrisas, apoyo, acompañamiento, cariño y una atención médica inmejorable. Claro que se me parte el alma por no poder ver a mis otros hijos pero un día Tarás me dijo algo que recuerdo cada minuto. Con solo 4 años me dijo: si yo no lloro, tú no lloras.”

Así que es solo cuestión de tiempo.

Necesitamos y necesitaremos ayuda para desplegar el operativo de acogida y alojamiento durante el tiempo que dure el tratamiento. La mejor manera de ayudarnos es a través de donativos económicos, que nos permitirán financiar recursos y materiales, según las necesidades.

Muchas gracias a todos y todas. Estamos y están en un sitio seguro y juntos somos Imparables.